martes, 19 de octubre de 2010

Ainhoa Andrés

La instalación de Ainhoa Andrés en El EACEC limpió por unas horas ese recipiente de basuras. El blanco más puro cubrió la impureza, dejando que de ella floreciera algo nuevo y vivo, una rama de higuera. El contenedor-recipiente se convierte en el contenedor-Tierra, en el que desaparece la maldad y el bien brota de nuevo entre sus restos, entre lo aprendido.
Las sábanas, personales en tanto que bordadas y llenas de recuerdos de cuerpos entrelazados entre sus pliegues, invitaban una vez más a los durmientes, porque todo lugar puede convertirse en un hogar, y todo espacio cubierto con una sábana puede convertirse en cama e incitar al sueño.
Así, Ainhoa domesticó algo hostil y lo transformó en habitable. Limpió un espacio degradado con olor a sábanas limpias, y nos incitó a dormir y a soñar, y a encontrar esperanza en las cosas nuevas, en aquello que brota y crece hasta el cielo. Al fin y al cabo, el sueño es una espera que nos sosiega y tranquiliza.
No hay lugar que inspire tanta paz, estando lleno a la vez de tanta actividad física y mental, como una cama. Y no hay renacer más verdadero que despertar cada mañana.
Para conocer la obra de Ainhoa Andrés más en profundidad podéis ojear y leer su blog. La frase de bienvenida "Atesorando un continuo renacer" enlaza perfectamente con estas ideas que Ainhoa ya nos ha mostrado en El Contenedor:
http://confianzaalada.blogspot.com/

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